Resumen:
La ingeniería genética fue desarrollada en los años noventa con la introducción de nuevas
tecnologías del agro destinadas a la creación de organismos genéticamente modificados
(OGM), también conocidos como transgénicos u organismos vivos modificados. Los
transgénicos tienen una composición genética manipulada que les permite desarrollar
peculiaridades novedosas y “útiles” para la vida humana, prometen ayudar a combatir el
hambre en el mundo y aseguran el acceso equitativo de alimentos.
La manipulación genética trae consigo riesgos considerables en la salud humana y animal,
en el medioambiente y en la estabilidad socio-económica. Los efectos negativos que
surgen como consecuencia de la utilización de dichos organismos no han podido ser
desvirtuados con estudios científicos de largo plazo que avalen la seguridad e inocuidad de
los OGM, de manera que existe incertitud científica al respecto.
El Ecuador se declaró libre de cultivos y semillas genéticamente modificadas, la Carta
Magna y otras leyes nacionales que regulan esta temática admiten la importación de
productos transgénicos cuando el interés nacional así lo requiera y bajo la modalidad de
programas destinados a la ayuda alimentaria.
Por su parte, los instrumentos internacionales han procurado proporcionar un tratamiento
jurídico adecuado al tema de manipulación transgénica, en su codificación establecen
principios rectores de bioseguridad que deben ser observados y complementados con la
implementación de normativa nacional.
Estos antecedentes permiten abrir un debate jurídico sobre la importancia de garantizar el
derecho de soberanía alimentaria del pueblo ecuatoriano a través de la adopción del
modelo de producción agroecológico, que rechaza la posibilidad de utilizar organismos
vivos modificados y sus productos derivados.