Resumen:
Si el fin del desarrollo social son las personas -expresa Claudia Casas Bernard-, quien desee dedicarse a una actividad de esas dimensiones necesita una preparación profesional y continua: en primer lugar, una vocación de servicio que implica el deseo profundo de poner a disposición de los demás lo que se es, lo que se tiene y lo que se sabe. En consideración de la autora, es preciso adquirir una preparación seria para conocer a fondo la dignidad y grandeza de cada ser humano, así como las potencialidades que es capaz de desplegar, y la perfección y felicidad a las que se está llamando. La tarea de promotor(a) -señala-consiste en ayudar a que se manifieste esa imagen que cada ser humano trae desde antes de nacer; ese propósito para el que ha sido llamado en su vida, en su familia y en su comunidad. Y quien se dedique a la nueva profesión de promover el desarrollo social y comunitario lo va a lograr con base en el respeto ante el valor y la dignidad de cada persona. Casas Bernard llama, por medio de este libro, a los estudiantes universitarios, amas de casa, jóvenes de la comunidad y a los participantes de los más diversos grupos públicos y privados, a convertirse en profesionales del desarrollo social y comunitario.