Resumen:
A inicios de la década de los sesenta del siglo pasado el capitalismo occidental aún vivía los años dorados que, para las empresas norteamericanas principalmente, había significado la construcción de Europa. El estado de bienestar auspiciado por el pensamiento reformista de la socialdemocracia, así como la necesidad de los ciertos sectores de la iglesia de lavar su imagen colaboracionista con los fascismos, trataba de proyectar un ambiente de prosperidad democrática, en el cual guerras, como la que había asolado a Europa desde 1939 hasta 1945 no volverían jamás. Empero, la guerra fría había surgido como siniestra secuela de la anterior conflagración y los cañones y las conspiraciones, especialmente en los campos de Asía y África, continuaron, sea por efecto de las agresiones neocolonialistas de las superpotencias que pugnaban por la hegemonía mundial sea por las luchas de liberación nacional de las colonias y neocolonias.