Resumen:
La sociedad ecuatoriana vive un sistema simultáneo de homogenización y discriminación, que invisibilidad o niega la diferencia; excluye exotiza la diversidad étnica y cultural; o condiciona la inclusión de tal forma que afecta la existencia del “otro” distinto. La convivencia y relación se da desde varias hegemonías, una de ellas la blanco-mestizo que subalterniza a los otros sectores y grupos étnicos-culturales que coexisten bajo la estructuras del Estado-nación.
En este contexto varios movimientos sociales, principalmente de mujeres, indígenas y afro ecuatorianos se han constituido en actores políticos para reivindicar el reconocimiento de sus derechos, dinámicas que cobran mayor fuerza desde la década de 1990.