Descripción:
El presente texto, expone que la vida, siempre la vida, ha sido a lo largo de la historia, el horizonte que ha guiado el caminar y las luchas de los pueblos subalternizados; por ello no podemos olvidar que es el acumulado de esas luchas las que han posibilitado que tengamos hoy en nuestro país, una Constitución que por primera vez en la historia de las constituciones del planeta, hace de la vida, del Sumak Kawsay, del Buen Vivir, así como de los derechos de la naturaleza un eje vital de su espíritu. Si bien, esto es indiscutiblemente un hecho trascendental, no es suficiente, pues no basta que esos derechos estén como una mera declaración discursiva, sino que como nos enseña la sabiduría espiritual del sendero del Yachak, debe haber “impecabilidad” absoluta en su implementación, lo que implica coherencia entre lo que se siente, se piensa, se dice y se hace, pues de lo contrario se corre el riesgo de que la vida como derecho consagrado en la Constitución, se quede como un hermoso discurso retórico más, que instrumentaliza el poder de acuerdo a sus intereses.